domingo, 9 de marzo de 2008

juan rios es un poeta joven que se presenta en la condesa en el df

ANTRO
(Poema de Juan Ríos, parte del espectáculo unipersonal Cuando el Río Sueña)

1.0 N.R.D.A.

No me dejen fuera.
No me devuelvan al vacío multiforme de la casa.
No me hagan regresar bajo la noche al adentro pesado de las noches.
(Me cortaron el cable).
- Charly, por fa güey, déjame entrar.
Soy yo solo. Sollozo-lo. Lo sollozo.
Veme: Los zapatos son Zara y el pantalón Diesel está chido ¿no?
No me dejes fuera, brother, yo llegué antes que ese cabrón. Déjame pasar.
Quita esa cadena de la entrada al paraíso de los paraísos artificiales,
quita esa cadena que va de mi cuello a la realidad.


1.1 El beat.

Mi cuerpo flota,
salto-beat, brazo extendido-beat, ojos cerrados-beat
y beat- pelota entre las manos, (beat-beat-beat).
Danzo electrónico, danzo house, vuelo trance.
Estoy a tres centímetros del suelo ¿ves?
Hay una liberación en el olvido, hay una luz prendida en la indolencia.
Sigue el beat.
No pienses.
Sólo baila.


1.2 W.C.

Otro aceite, otro hacerte,
otro vodka, otra chela, un bloody mary,
una tacha, otro special k,
otra forma mundo de verte.
Ya estoy hasta el huevo según el espejo,
culero espejo de mierda no miente.
Ahí estoy, veme:
agua para mi piel, agua para mis ojos, agua en el cabello,
algo que me despierte.
- ¿Quieres un pase?
Una voz que viene del cielo me invita al escusado.
- ¿Tienes una llave?
Tengo todas las llaves del infierno, pendejo.



1.3 La barra.

Puto barman. Miserable,
si no le doy propina me voy a quedar años frente a la barra. Ojete.
Pero qué pasa, por ahí descubro a alguien que me descubre al otro extremo.
Lindos ojos, pienso.
- ¿Ya de plano fijándome en los ojos?
No te muevas, cosa hermosa, ahora que me atiendan te atiendo.
Anda muchacho-que-sirve-bebidas escucha mi plegaria
en el nombre de Dios dame un tequila.
Perdón, baby, me distraje pero ya vuelvo mi mirada a tu mirada de ganas.
Eso, bien. Que bien te mueves
¿ese de negro viene contigo, se irá contigo?
¿Me acercaré a decirte “bailas”?
- No, bailas no, pendejo, ya no se usa.
Madre santa, qué buenas nalgas ¿serán refugio de mi lengua esta mañana?
Anda, puto barman de mierda, es un pinche tequila. Okey, le pondré un diez a tu alcancía. Espero. Vientos, hubo reacción.
¿Así derecho?
Sí, derecho, derecho, derecho a la perdición.
Caballito transparente, bienvenido a mi garganta,
despotrícame la mente, que el cuerpo ya despotricado me anda
y voy a darle sosiego. Gracias.
Todavía le agradezco al moroso hijo de puta
Ya con ansia me dispongo al otro lado de la barra
El tráfico humano es infinito.
Allá voy, hacia el otro lado de la distancia.
Llego. Busco. Nada.
¿Dónde está ese par deseado?
¿Dónde están esos ojitos de pantalón ajustado?
A la mejor se fue al baño, o con el de negro, o con el de azul.
El tráfico humano es infinito.
Me siento a esperar aquí.
Me siento.
Me siento mal.
Me siento mar.
Monsieur Tomar
Me siento con un ciento de sentimientos.
Me siento a cerrar la mirada.
Me siento a recargar la nuca.
Me siento yo sobre mi propia espalda.
Me siento veinticinco de la entrada.
¡Que buen tequila! Abro los ojos (a media pestaña):
Que buen punchis, harto grito, reven, salto y movimiento.
Cuánta soledad acumulada
Y nada que aparece la miradita que me miraba.

1.4 Luces.

Luces, luces, luces se disparan del techo a mi cabeza,
luces por dentro y luces por fuera,
luces del piso a mis entrañas,
luces en el centro y en el la periferia,
luces que me perforan el pecho, luces en el suelo y en las paredes luces.
Cada quien tiene su cuarto de segundo de gloria indirectamente iluminada.
Luces mal.
Vuelvo a la pista y ya ni un alma.
Sólo mi sombra inanimada entre las luces.


1.5 La salida.

- Ey, ya vamos a cerrar.
Me despiertan de una mesa que presume babas.
Se encendió la luz. La de afuera.
Se acabó el beat.
Sobrevive el ruido de una máquina registradora
bajo las voces de los meseros que se reparten las propinas.
Alguien se ríe, y cualquiera que se ría creo que es de mí.
Me voy con los pies y la cruda a rastras.
Con el alma entre las patas.
El pasillo hacia la puerta es angosto, sombrío.
Qué raro empiece de camino rumbo al día siguiente.
Voy sobre la banqueta buscando el coche y una brisa urbana me escupe a la cara.
Hay varios claxones desesperados y ni siquiera son las ocho.
- ¿Qué día es?
Ah, sábado, en la noche me voy de antro, que bien me la paso.

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